Una cicatriz es el resultado obtenido tras un proceso de recuperación de la piel y el tejido conectivo después de una agresión externa donde se reemplaza el tejido dañado. Normalmente el organismo intenta sellar esa apertura en la piel con una correcta alineación de las fibras de colágeno siguiendo las líneas de tensión funcionales. Pero si este proceso fisiológico no se desarrolla correctamente se producen adherencias y tejido fibrótico (pérdida de agua, elasticidad y flexibilidad del tejido) en la cicatriz.

epidermis, dermis Vital&ClinicLa piel está compuesta de varias capas que se deslizan entre sí, como las diferentes capas de una cebolla, que son: epidermia, dermis e hipodermis (ordenadas de superficial a profunda).

Al realizar un corte, una artroscopia o cualquier técnica invasiva en una intervención quirúrgica se atraviesan todas esas capas e incluso una capa más profunda aún que es la fascia. La cual se encuentra por todo el cuerpo, está formada por tejido conectivo también, y se dispone recubriendo órganos, vísceras, músculos, nervios, arterias, etc. Haciendo funciones de sostén y soporte a las propias estructuras y formando cadenas tensionales.

Al cerrar o suturar esas zonas de incisión, las diferentes capas de piel y fascia pueden adherirse entre sí, quedando restringido el movimiento entre ellas, produciéndose una cicatriz adherida o fibrosis que pueden ser dolorosas desde un primer momento o incluso provocar desequilibrios tensionales y disfunciones miofasciales con el tiempo.

En una cicatriz de este tipo encontramos una alteración de las fibras de colágeno que la componen, provocando esa disminución del deslizamiento entre capas y una mayor fricción entre las mismas, un exceso de entrecruzamiento de fibras y pérdida de alineación, aumentando la densidad del tejido alrededor de la cicatriz y disminuyendo la capacidad de movilidad.

Algunas fibrosis han provocado patologías tales como:

  • Escoliosis, debido a la tensión transmitida a las fibras musculares involucradas.
  • Contracturas musculares en la zona próxima a la cicatriz.
  • Cervicalgias o lumbalgias de repetición y problemas de limitación de movilidad.
  • Dolor en extremidades superiores, inferiores y dolor en la columna vertebral tras intervenciones quirúrgicas propias del raquis o viscerales (cirugía de estómago y corazón, apendicitis, hernias inguinales, hernias umbilicales, hernias de disco e intervenciones del sistema musculo-esquelético).
  • Dolor axilar y pérdida de movimiento del brazo tras una intervención por cáncer de mama.

El tratamiento fisioterapéutico a día de hoy es muy efectivo en este campo, y más si cabe aplicando nuevas técnicas y tecnologías de fisioterapia avanzada que multiplican los cambios y efectos sobre la cicatriz adherida.

Vamos mucho más allá del tradicional masaje cicatricial o masaje cyriax, cuyo máximo beneficio solo lo podemos obtener en fases tempranas de la cicatriz, cuando el cambio estructural del tejido conectivo aún es maleable.

De otro modo, el empleo de tratamientos de fisioterapia  invasiva nos permite trabajar el tejido conectivo que se encuentra por debajo de la cicatriz fibrosada y rígida, y que altera la movilidad y provoca una pérdida importante o total de deslizamiento entre los diferentes planos fasciales. Las técnicas de elección a nivel de fisioterapia serían: electro-acupuntura y electrolísis percutánea. Tratando únicamente los focos fibrosados y alterados, recuperando así el tejido sus propiedades innatas.

Este tratamiento, sería combinado con el uso de tecnología PHYSIUM (mecano-trasducción); que gracias a su presión negativa nos ayuda a eliminar los desequilibrios tensionales de la fascia y es capaz de darle elasticidad y flexibilidad a la propia cicatriz para readaptar las tensiones y funciones corporales normales.

 

Rubén Díaz Fisioterapeuta y Osteopata Estructural

 

Rubén Díaz,
Fisioterapeuta y Osteopata Estructural

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